31 de enero de 2011

Dia 7 - De Chimbote a Lima

Kilometro => 3167
Ciudad => Lima (Perú)





 
Después de pasar la noche en Chimbote, madrugamos para salir a las 6:30am del hotel. Cada vez mejoramos los tiempos de empacada y alistamiento de todo. Tomamos nuevamente la panamericana hacia el sur y seguimos cruzando zonas desérticas que también tienen su atractivo ya que no estamos acostumbrados a este tipo de paisajes. Los vientos que mueven estas arenas hacen crear estas dunas que al caminar por ellas, cada paso se siente como si la arena quisiera comerse cualquier cosa que tuviera contacto con ella. Al final terminamos disfrutando como niños jugando por primera vez en la playa. La combinación de este pasaje desértico con el inmenso mar que contrasta el árido ambiente hace que la experiencia de este recorrido sea mágico.
Dado que la carretera tenía unas rectas maravillosas y que el tráfico era bajo, aprovechamos para avanzar bastante rápido pues queríamos llegar temprano a Lima para poder dejar las motos en mantenimiento. Tratamos de comunicarnos con el concesionario en Lima pero no pudimos y decidimos irnos directamente a la dirección que teníamos y esperar que con suerte nos recibieran las motos un sábado sin previo aviso.
Paramos en un pueblo llamado Huachos para que Nico echara gasolina y aprovechamos para desayunar en un lugar que no daba ni cinco de confianza pero que al final terminó siendo la salvación ante la ferocidad del hambre que teníamos. Nos prepararon unos huevos que los pasamos con un yogurt de tarro y unas tostadas Bimbo.

Ya estando a punto de llegar a Lima, nos cruzamos con otro viajero que nos hizo una seña que solo Milo entendió y que nos alertó para bajar la velocidad. Efectivamente, después de varios kilómetros nos topamos con otro grupo de policías de carreteras hambrientos de sobornos. Como yo iba en la punta, fue a mí a quien pararon pero como siempre, decidimos parar todos. El policía me empezó a decir que iba sobre el limite de velocidad, a lo cual yo respondí sin dudar y con vehemencia: “Yo iba a 40km/h”; el policía no pudo contradecir dada la seguridad que yo parecía tener. Después me dijo que por qué iba por el carril izquierdo si yo debía estar en el derecho y por último me pidió los papeles. Teniendo como experiencia la pasada topada con estos personajes, esta vez no nos dejamos intimidar y haciendo presión de grupo y embolatando al personaje logramos salir invictos de ésta.


La entrada a Lima fue un poco desesperante ya que el GPS nos daba un tiempo de llegada al concesionario de aproximadamente 30 minutos, lo cual se convirtió en más o menos una hora y media dado el tráfico y las pasadas de algunas indicaciones. La desconfianza que le tenemos al GPS (especialmente de Nico y mía) hizo que la desesperación se empezara a apoderar de nosotros. Sin embargo, después de varios chistes sobre el mal funcionamiento del GPS (estos chistes nos son de mucho agrado para Milo) nuevamente pudimos controlar la ansiedad y llegar al concesionario.
Al llegar al concesionario nos dio una alegría ver que estábamos en un sitio donde podrían consentir a nuestras preciadas motos y dejarlas nuevamente listas para la segunda fase de esta aventura. Pero nos llevamos una sorpresa cuando el portero nos dijo “El jefe de servicio se fue hace cinco minutos y ya estamos cerrando”. Era tal nuestra decisión de dejarlas que entramos al almacén, pedimos hablar con el gerente pero solo estaba el vendedor que hizo menos que nada por ayudarnos. Afortunadamente el portero, con una actitud de servicio que realmente lo deberían promover a vendedor, consiguió llamar al jefe de servicio y autorizó dejar entrar las motos.


Ya con las motos guardadas nos dirigimos al hotel  que está bastante bueno, salimos a comernos el tan anhelado ceviche peruano y por último celebramos esta primera fase con un merecido pisco sour.


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